Por José Antonio Sánchez Iglesias
Publicado en Doñana hoy, Rapaces
La difícil vida de la reina de los cielos
Es mediodía y volvemos de una de nuestras visitas a las marismas del norte del Parque Nacional de Doñana. Hace varias horas, por la mañana temprano encontramos un rastro fresco de lince, pero no tuvimos la suerte de tropezarnos con el animal. Los ciervos macho con los que nos tropezamos camino de las marismas ya tenían las cuernas bastante crecidas, pero todavía envueltas por una funda de terciopelo. Y las hembras acompañaban a sus ya crecidas crías, que aún conservan las motas de su pelaje de cervatillo. Bastantes conejos y milanos negros, una pareja de águilas calzadas y una familia de jabalíes después entramos en la Marisma de Hinojos, donde cogujadas, terreras, calandrias y un grupo pequeño de gangas ibéricas nos mantuvieron entretenidos hasta que llegamos al Caño Guadiamar.
- Milano negro
- Ciervo macho
La parada en el Caño nos regaló preciosas vistas de un gran grupo de flamencos alimentándose en aguas abiertas, garzas imperiales y garcillas cangrejeras escondidas entre la vegetación. Varios bandos de moritos y espátulas nos sobrevolaron. La parada en el Centro de Visitantes de José Antonio Valverde os sirvió para tomarnos un merecido descanso y una taza de café, a la vez que para disfrutar de las vistas sobre la colonia de cría de ardeidos que lo rodea. Los pollos más tardíos aún sigue siendo alimentados por sus padres.
Y ya de vuelta hacia El Rocío, justo cuando estoy contándole a mis clientes de ese día que es buena hora para encontrar algunos buitres sobrevolando las resecas marismas, observo algo interesante en la lejanía, muy alto en el cielo.
Los cernícalos defienden activamente su territorio de ratoneros, milanos y otras rapaces, pero aquellos dos pequeños no eran cernícalos. Cigüeñuelas y avefrías defienden a sus crías con fiereza de milanos negros y aguiluchos laguneros, y de nuevo no se trataba de limícolas y además volaban mucho más altos de lo que estos lo hacen. Pero a través de mis prismáticos lo que veo es una rapaz de gran tamaño siendo molestada por otras dos de menor tamaño, un claro ejemplo de la dura vida que llevan las águilas imperiales en la marisma de Doñana.
Las águilas culebreras no son molestadas normalmente por rapaces más pequeñas, imagino que saben que su dieta consiste principalmente en culebras; los buitres tampoco son molestados por otras rapaces normalmente, estos no suponen un peligro para ellas. Pero las grandes águilas imperiales son otra cosa, son grandes predadores que asustan a todos. Cualquier otra rapaz que se encuentre cerca intentará molestarla para alejarla, incluso los pequeños cernícalos. Nuestras reinas de los cielos llevan una vida realmente complicada.